Una mañana, mientras estaba en mi oficina, sonó el teléfono: era mi madre. Sabiendo a medias que era una llamada de despedida platicamos un largo rato. La abracé con el pensamiento mientras dibujaba una sonrisa en mi cara. Esa paz que parece dominar el ambiente antes de una tormenta me invadió. Pero sólo por un tiempo: poco después mi madre entrarÃa en un hospital para finalmente irse.
Fue entonces cuando empezó a llover.
Mientras el agua caÃa por mis mejillas un frÃo intenso invadÃa no sólo mi cuerpo, también mi alma. Ese frÃo en el alma, que duele y sientes desde el corazón hasta el pelo, en cada centÃmetro del cuerpo. Al menos a mà me parecÃa como un sueño, una pesadilla, algo irreal que estaba viviendo en otra dimensión. No podÃa creer que mi madre se hubiera ido. Que se hubiera muerto. Era muy jóven, era injusto y me dolÃa el alma. No podÃa creer que no la volverÃa ni a ver, ni a abrazar. No podÃa creer que nunca mas iba a hablar con ella, que ya no estarÃa ni para consentirme, ni para quererme ni para regañarme; no podÃa creer que se hubiese ido para siempre.
Afuera seguÃa lloviendo. La lluvia no paraba. Siempre ha estado ahÃ. Llueve.
Meses después parecÃa haberme acostumbrado al incesante caer de las gotas. Por momentos parecÃa salir el sol de nuevo pero empezaba de nuevo la tormenta. Y el frio en el alma tampoco se aliviaba. Era como una herida que no querÃa cerrar. Y dolia, siempre dolÃa. Cada vez menos pero seguÃa doliendo.
El tiempo ha pasado.
Tres años, para ser precisos.
Hoy no llueve más. Hoy la herida sigue abierta pero mi alma ya no tiene frio. Creo que uno nunca es lo suficiente maduro para cuando se le mueren sus padres, por muy grande que uno este. Pero asà es la vida y todos vamos para allá.
Todo en esta vida pasa. Lo único que no tiene remedio es la muerte. Y yo creo que todo tiene un porqué.
Es cierto que en momentos como éstos la escala de valores cambia sustancialemente. Es cierto que aprecias más las sonrisas y menos el dinero, que finalmente sólo es un medio.
Es cierto que empiezas a disfrutar la vida de otra manera. De una mejor manera. Te das cuenta mas facilmente del amor y del cariño que te rodea. Tus ojos ven cosas que antes no veÃan y tu corazón crece de un modo distinto. La compasión, el perdón y el respeto se hacen irreductibles. Y al final del dia eso te enseña algo invaluable: te enseña a conquistar la paz.
Al menos, eso es lo que pasó en mi vida.
Después de la lluvia quedan sonrisas, abrazos, ayuda, cariño, amor y sobre todo mucho crecimiento.
Un dÃa podremos voltear al pasado y no sufrir. Aprenderemos a perdonar más facil, a vivir sin tantas complicaciones. A disfrutar los atardeceres en medio del tráfico. A tener paciencia cuando alguien desquiciado toca el claxón. A disfrutar el trabajo, pero trabajaremos menos. A disfrutar cada segundo del dÃa aunque estemos a mitad de un gentÃo. A sentir la brisa del mar correr por la cara y agradecer a Dios la oportunidad de estar ahÃ. A buscar la luna llena porque nos hace feliz verla. A regalar sonrisas sin pedir nada a cambio y a compartir un poco más de ti por el simple gozo de dar. Aâ?¦
Después de lluvia en tu vida quedará un atardecer que llenará de color tu mundo.
Lo que queda despues de que llueve es la paz de voltear al pasado, y de algún modo, no sufrir sino agradecer la oportunidad de haber vivido todo lo vivido.