Donald Trump casi asegurada tiene la candidatura republicana. Líderes republicanos y votantes moderados el viernes esperaban señales de que los ataques de la víspera al precandidato Donald Trump hayan puesto un freno a su campaña. En una jornada extraordinaria de la historia del partido, Trump recibió fuertes críticas del candidato de 2012 Mitt Romney y de sus rivales Ted Cruz y Marco Rubio, mientras la elite republicana buscaba cerrar el camino del empresario neoyorquino hacia la candidatura.
El caos refleja la convicción de la conducción republicana de que Trump tiene pocas probabilidades de vencer a Hillary Clinton, la ex secretaria de Estado y ex senadora que parece encaminarse a obtener la candidatura demócrata.
Con todo, los otros tres precandidatos -Cruz, Rubio y John Kasich- declararon durante el debate de la víspera que apoyarán a Trump si gana las primarias. A su vez, Trump dijo que apoyará a quien gane, aunque se mostró incrédulo ante la posibilidad de que no fuera él.
El discurso de Romney, un ataque inédito de un ex candidato del partido, puso de manifiesto la desesperación que reina en el establishment partidario.
“No tiene el temperamento de un líder estable y reflexivo”, dijo Romney. Calificó a Trump de “farsante” y “estafador” que “quiere timar al público estadounidense”, un hombre cuya “imaginación no debe gozar de poder real”.
En declaraciones por la cadena NBC el viernes, Romney dijo que “haré todo dentro de los límites políticos normales para asegurar que no elijamos como candidato a Donald Trump”.
El senador John McCain, otro ex candidato republicano, respaldó el ataque de Romney.
Trump en su réplica dijo que Romney era “un candidato fracasado” que perdió ante el presidente Barack Obama hace cuatro años precisamente por ser mal candidato.
En materia política, Trump se declaró dispuesto a negociar en varias cuestiones.
Le parecía bien, dijo, que el senador Rubio hubiera negociado en cuestiones de inmigración. Dijo que había cambiado de parecer porque “necesitamos gente altamente capacitada en este país”.
Y aceptó con ecuanimidad que había contribuido a campañas demócratas, incluyendo con 10 cheques a la de Clinton contra Obama en las primarias de 2008.
Era cuestión de negocios, dijo Trump.