Dos principios fundamentales en los que descansa toda democracia contemporánea son el principio polÃtico de la soberanÃa popular y el principio jurÃdico de la división de poderes.
Asimismo, dichos postulados inherentes a todo Estado de Derecho se relacionan cabalmente con los denominados Poder Constituyente y Poderes Constituidos.
En principio, la soberanÃa popular cuyo primer término proviene de los vocablos latinos super y omnia, significa, etimológicamente, â??sobre todoâ?. Esto quiere decir que la soberanÃa es un poder encima del cual no puede pensarse otro. En un sentido, la soberanÃa puede entenderse como la facultad de un pueblo para gobernarse asà mismo. La doctrina jurÃdica establece que la soberanÃa significa autodeterminación y autolimitación.
La relación de esta categorÃa polÃtica con el concepto de Poder Constituyente es innegable a la luz del sentido que este último tiene. Recordemos que el Constituyente es el poder encargado de crear un nuevo orden jurÃdico materializado en una Ley Suprema, es decir, en una Constitución PolÃtica. El Poder Constituyente, para estar â??legitimadoâ? debe sostenerse en el principio de la soberanÃa popular.
Por otro lado, la división de poderes, que en un sentido muy rudimentario puede encontrarse en la obra de Polibio, sin embargo tiene como a su delineador formal al pensador ilustrado francés Montesquieu. Este pensador señaló que para que el poder no fuera absoluto debÃa dividirse o separarse de un solo poder central. Como consecuencia de dicha teorÃa, quedó establecida la secular división de poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
La relación de este principio básico con los Poderes Constituidos es también necesaria, es decir, no puede pensarse de modo distinto a como es. Para entender esto debemos resaltar el sentido que tienen los Poderes Constituidos, los que nacen del orden jurÃdico establecido por la Norma Fundamental y que son los que gobiernan efectivamente. De ahà que los Poderes Constituidos tengan como base doctrinal la división de poderes, lo que se traduce en una división de facultades, la especialización en cada una de las actividades estatales y, finalmente, el equilibrio del poder. En última instancia, los pesos y contra pesos del poder.
* Carin es amante de los números, estudioso de la filosofÃa, abogado y amigo de El Enigma. Columnista de Solo-Opiniones