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Entre alimentación y emociones existe vínculo de placer o sufrimiento. La catedrática en Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Alma Rosa del Ángel Mesa, señaló que entre la alimentación y las emociones existe un vínculo que puede generar placer o sufrimiento, salud o enfermedad.
La encargada del Laboratorio de Ciencias de los Alimentos del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), de la UdeG, consideró que los jaliscienses se alimentan mal, ya que no toman en cuenta esta relación, y mucho menos agradecen la comida diaria.
“Al levantarnos hay prisa y reniegos, esto genera ira o frustración. No alcancé a desayunar, me voy a tomar un yogurt –si bien te va–, al rato tienes hambre, ya te fuiste a las tortas, los tacos, es obvio que vas a comer mal”, expuso.
Por el contrario, dijo, “si te levantas temprano, tomas un té, no un café, una fruta picada o un huevo, así no vas a tener problemas”.
Del Ángel Mesa, química farmacobióloga, comentó qué no comemos y deberíamos: frutas y verduras, por ejemplo. Un problema es freír, ya que “al reutilizar la grasa cambiamos su estructura y nos daña”.
Comentó que desde el nacimiento, en la interacción con el pecho o el biberón, “estamos rodeados de emociones; estamos sujetos a la persona que nos va a dar de comer y nos va a dar placer o no placer”.
Con 40 años como académica, afirmó que las emociones afectan la dieta y la alimentación y viceversa, ya que todos lo “cuerpos” que nos conforman (mente, espíritu y cuerpo físico) comen, este último requiere minerales, proteínas, vitaminas y otro elementos nutricionales.
En tanto, señaló, a las emociones les damos vibraciones y los alimentos las contienen, por ejemplo hay alimentos extremos, neutrales, fríos o calientes.
Apuntó que existen alimentos, que consumidos de manera inadecuada, provocan un hígado graso o la acumulación de grasa en las venas.
“La obesidad es multicausal, pero tiene un fondo emocional fuerte, poco reconocido; la obesidad está relacionada con la humillación, la vergüenza y la protección”, afirmó.
Entre alimentación y emociones existe vínculo de placer o sufrimiento

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