El regreso de Argentina al Foro de Davos esta semana puso sobre la mesa del club de la élite mundial un problema que puede provocar más de un dolor de cabeza a inversores y Gobiernos a medio plazo: el peso de la deuda.
El ministro de Hacienda argentino, Alfonso Prat-Gay, no se escondió este viernes ante las preguntas sobre el engorroso problema de su ‘default’ sobre la deuda externa de hace quince años, pero aprovechó para señalar con el dedo a otros, ricos o emergentes.
“Creo que deberíamos dedicarle un poco de tiempo a la deuda de los bancos centrales. En líneas generales, la impresión de moneda ha crecido en los últimos seis años hasta el 30% del producto interior bruto mundial”, explicó el ministro ante la audiencia de inversores y empresarios. Eso equivale a “un aumento masivo de la deuda de los bancos centrales”, dijo el ministro argentino.
Para sacar a sus respectivas economías del riesgo de un desastre económico, en 2008 en Estados Unidos la Reserva Federal bajó las tasa de interés, compró deuda privada tóxica y utilizó todo tipo de instrumentos monetarios.
Tras años de dudas, el Banco Central Europeo siguió ese camino y ante una Unión Europea que no acaba de despegar el presidente de la entidad, Mario Draghi, anunció el jueves que está dispuesto a seguir utilizando todo su arsenal, todo el tiempo que haga falta.
“Esta liquidez en el sistema ha creado, en mi opinión, unas cuantas distorsiones”, dijo el ministro argentino.
Las advertencias de Prat-Gay no cayeron en saco roto.