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Felipe Calderón en la memoria de muchos

By agosto 20, 2014No Comments
Felipe Calderón en la memoria de muchos

Felipe Calderón en la memoria de muchos

Una confesión íntima marca el inicio del libro Los retos que enfrentamos: “Quiero aprovechar este espacio para hacer algunos agradecimientos. En primerísimo lugar a la persona más importante en mi vida, mi querida esposa Margarita. Ella ha sido mi luz, mi aliento y mis alas. Sin ella hubiera sido imposible llegar hasta donde llegué”.
Es acaso la única referencia que sobre sus sentimientos comparte el expresidente Felipe Calderón en este texto sobre su gobierno y cuyo subtítulo da cuenta del enfoque del mismo: Los problemas de México y las políticas públicas para resolverlos (2006-2012).
Si bien siendo el jefe del Ejecutivo federal tanto en discursos como en entrevistas siempre ventiló el reconocimiento a las cualidades de Margarita Zavala y la relevancia del vínculo conyugal, incluso en su trayectoria política —toda vez ellos se conocen en la militancia partidista del ala juvenil del PAN— en esta primera memoria de su paso por Los Pinos destaca la vehemencia con la que se refiere al rol que habría jugado en la estabilidad familiar.
En ese mismo apunte de la introducción agrega: “Y con ella, gracias a María, Luis Felipe y Juan Pablo, mis ‘nobletes chavos’, como solía decir mi padre, a quien tanto recuerdo. Mis hijos han sido la motivación fundamental de mi misión. El pensar en ellos siempre me hizo salir adelante y su comprensión y apoyo fue vital en estos años de severa exigencia para la familia”.
“‘Vamos a prestar a tu papá a México estos seis años’, les dijo Margarita antes de entrar a la Presidencia, cuando el menor aún no cumplía cuatro años. Lo entendieron y lo hicieron. Muchas gracias, hijos.”
En los agradecimientos están sus hermanos, los militares del Estado Mayor Presidencial que se han encargado de su seguridad, colaboradores cercanos de la casa presidencial y, de manera destacada, a su primer jefe de la Oficina de la Presidencia: “Juan Camilo Mouriño, que en paz descanse y que fue el personaje clave tanto para ganar la Presidencia de la República como para la organización inicial del gobierno”.
Al margen de esos comentarios que dan cuenta de sus afectos, a lo largo de las 339 páginas que contiene el libro no encontramos ningún párrafo que relate el sentir personal en las circunstancias más críticas o emotivas de su administración. Algunas de éstas, sin embargo, se encuentran evocadas en el aparato de fotografías que el texto de la editorial Debate contiene: cuando les leyó un cuento a unos niños de preescolar en la bliblioteca pública de las Villas de Salvárcar, en Ciudad Juárez, dos años después del asesinato de los jóvenes de aquel barrio popular o la del muro espectacular que en esa ciudad se levantó, casi al cierre del sexenio, con la frase en inglés de “¡No más armas!”.
Las imágenes recrean sus convivencias con militares y soldados rasos, las visitas a la Plataforma México de la entonces Secretaría de Seguridad Pública (SSP), los encuentros con la sociedad civil para el impulso de la estrategia Todos somos Juárez, el arranque de grandes obras de infraestructura y la entrega de apoyos sociales.
Tache a Guerrero, Tamaulipas y Michoacán
Se trata de fotografías que ilustran momentos significativos de su sexenio, mismos que resultan escasos en el recuento escrito, ajeno a revelaciones o a comentarios que recreen las viviencias durante el ejercicio del poder presidencial.
Sin embargo, asume, en su condición ya de expresidente, una especie de nostalgia del afecto recibido por la gente de a pie: “Gracias a millones y millones de mexicanos que a pesar de la adversidad no dejaron de apoyarnos siempre con una oración, una palmada en el hombro, una palabra de aliento, una foto. Yo también los extraño mucho”.
Pero no hay alusiones a personajes concretos que, como la madre que perdió a sus dos hijos en la matanza de Salvárcar, alcanzaron alta repercusión en los medios y en la opinión pública.
Si bien cita algunos párrafos de sus intervenciones en el Alcázar de Chapultepec, cuando dialogó ahí con familiares de víctimas de la violencia criminal, Calderón no hace referencia directa al escritor Javier Sicilia, con quien habría protagonizado el 23 de junio de 2011 uno de los capítulos más tensos y sentimentales de su gobierno.
Encontramos, eso sí, en ese apartado correspondiente a seguridad, señalamientos directos de las entidades que habrían incumplido los compromisos que en la materia los gobiernos estatales hicieron con la Federación.
Al señalar que los operativos de seguridad con la participación del Ejército y la Marina tuvieron resultados en Baja California, Chihuahua y Nuevo León, porque hubo colaboración de las autoridades locales, el expresidente aborda el caso contrario:
“En aquellos lugares donde los gobiernos locales no depuraron sus cuerpos policiacos, los operativos federales sólo tuvieron un efecto temporal, pero la situación dista mucho de resolverse, y en cuanto se reducía la presencia federal el problema se agravaba. Ese es el caso de Guerrero, Tamaulipas y, especialmente, Michoacán.”
Calderón vuelve a señalar esos estados como omisos, y agrega a Durango, cuando afirma que la obligación legal de depurar los cuerpos policíacos “no se está cumpliendo en todas la entidades”. Y advierte que no es causalidad que, ahí donde la tarea no está hecha, los problemas sigan siendo serios. Y enseguida agrega: “El Poder Judicial debe iniciar un proceso similar”.
El apartado sobre la Estrategia Nacional de Seguridad contiene un detallado análisis de los ejes que la conformaron y de la evolución del fenómeno delictivo cuando avanza hasta infiltrar a las instituciones del Estado. Son reflexiones similares a las que compartía en sus discursos presidenciales, con el agregado de que en el libro da ejemplos que clasifican el grado del problema en algunas entidades.
Pone de ejemplo a Yucatán y Querétaro como espacios donde el crimen en una etapa “predatoria” no tienen capacidad de desafiar al Estado; indica que el Distrito Federal es un caso donde se da la etapa “parasitaria” en la cual las bandas buscan incrementar sus ganancias y usan parte de éstas para cooptar y corromper.
De la tercera y última fase, la “simbiótica”, comenta que es cuando las autoridades electas o designadas se encuentran subordinadas a los grupos criminales. “Es decir, no hay una distinción entre Estado y crimen organizado. Ése llegó a ser, en buena medida, el caso de Michoacán”, enfatiza.
En la defensa de su estrategia, Calderón expone que al llegar a la Presidencia se encontró con “una feroz plaga”, “un problema real, de raíces viejas pero con características nuevas como la lucha terroritorial” y argumenta que desatenderlo puede generar “auténticas puertas falsas”, como las guardias comunitarias o los grupos de autodefensa que “hoy añaden mayor complejidad al problema de seguridad en varias entidades”.
Reitera la metáfora utilizada en su narrativa presidencial del cáncer como una realidad inevitable y del equívoco que representa culpar al médico que lo detectó cuando se sufren las consecuencias de la enfermedad y del tratamiento. Y plantea: “La buena noticia es que si se atiende a tiempo –y ese es el caso de México– es curable”.
Igualmente reitera frases que compartió en el balance sexenal hacia finales de 2012: “Yo prefiero asumir la crítica así sea injusta, de haber actuado, a quedarme con el cargo de conciencia de haber visto el problema y –por conveniencia o cálculo político– no haber hecho nada”.
Lamenta el hecho de que “la simpleza” del concepto “guerra contra las drogas” utilizado en los medios de comunicación y “entre ciertos académicos” propiciara la estigmatización y la incomprensión del esfuerzo que se hizo para enfrentar al crimen organizado.
Reivindica lo hecho en términos de inteligencia y sostiene que sin ésta habría sido imposible capturar a 17 cabecillas de organizaciones criminales.
También habla de la prevención y atención a jóvenes adictos. “A través del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia, bajo la discreta pero muy activa labor de mi esposa Margarita Zavala, se puso en marcha la campaña nacional Información para una nueva vida!”.
Las reformas
A lo largo del libro hay varias referencias a las reformas legislativas que su gobierno impulsó y a las realizadas en lo que va del presente sexenio.
En el recuento de las medidas tomadas para paliar los efectos de la crisis económica mundial de 2008 y 2009, Calderón reseña el rechazo de los priistas a su iniciativa energética, entonces encabezados por Beatriz Paredes y representados en el Congreso por el diputado Emilio Gamboa y el senador Manlio Fabio Beltrones.
El autor, sin embargo, en ningún momento ofrece nombres ni apellidos. Sus referencias son genéricas.
“Originalmente el proyecto de reforma contendría cambios constitucionales. Era evidente que el apoyo de los partidos de izquierda era impensable. Al comentar la iniciativa a los líderes de los partidos políticos que podrían apoyar (básicamente el PRI), sus dirigentes me hicieron saber no sólo que no aprobarían una reforma constitucional en la materia, sino que la sola presentación de la iniciativa de reforma constitucional les generaría tal presión interna que pondría en riesgo la viabilidad de un cambio legislativo no constitucional. Esa posición fue inamovible”, cuenta.
Narra que si bien presentó un proyecto sin cambio a la Carta Magna, al final el Congreso votó en contra de otros cambios que eran igualmente importantes. “Por ejemplo, se negó a permitir que el sector privado participara en el transporte de gasolinas a través de ductos”, detalla.
Recuerda que si bien se respaldaron algunas mejoras al gobierno corporativo de Pemex, la idea presidencial de no incluir a la parte gremial se frenó “dado que dirigentes del sindicato petrolero, que también son legisladores del PRI, abogaron por sostener su representación”.
Con respecto al sector energético y su gobierno, comenta: “Quizá he sido yo el Presidente, entre los últimos seis, en cuya administración se ha elevado menos el precio de las gasolinas a lo largo de la misma. Sin embargo, la oposición no cejó ni un momento de buscar una raja política para debilitar al gobierno con esa medida que por cierto era mínima, menos de un centavo de dólar cada mes: nueve centavos de peso cada mes por litro”.
Y hace referencia a la Reforma Energética aprobada con el gobierno de Enrique Peña: “Al momento de escribir estar líneas, varias iniciativas de Reforma Energética se habían discutido en el Congreso, y finalmente se aprobó a nivel constitucional una muy ambiciosa que, de llevarse a cabo con imparcialidad y transparencia, permitirá que México recupere su lugar primordial en el sector energético mundial. Enhorabuena al gobierno de la República y a los partidos que la hicieron posible”.
Al describir lo realizado en materia de infraestructura, comenta que su gobierno dio prioridad a los ejes carreteros longitudinales y transversales, a pesar de que los legisladores ejercieron “una enorme presión” para que se apoyaran obras estrictamente locales.
De la reforma en telecomunicaciones hecha en este sexenio comenta que se sustentó en un estudio que él encargo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y advierte: “De nada serviría una nueva regulación si los órganos reguladores carecen de fortaleza e independencia respecto de los actores relevantes en el sector. Deseo sinceramente que las nuevas instituciones respondan realmente al necesario compromiso con la imparcialidad, la independencia y la competencia en el sector. Hago votos porque así sea”.
En ningún momento habla sin embargo de la Reforma Educativa aprobada en el arranque de este sexenio y de sus implicaciones, aun cuando en el capítulo destinado al tema destaca las acciones que la SEP acordó con el SNTE y es particularmente elogioso de la prueba ENLACE. Pero cuestiona a los gobiernos locales que continúan haciendo uso discrecional de las plazas magisteriales y señala a Oaxaca, Michoacán y Guerrero.
La banda MVS, Fox y AMLO
Aunque nunca elude su enfrentamiento con los empresarios cuando se frustró el paquete de impuestos que buscaba ampliar la recaudación con fines de política social, la coyuntura que a ojos de quienes cubríamos las actividades presidenciales lo mostró abiertamente molesto y frustrado, Calderón dedica cinco páginas del apartado de Telecomunicaciones y radiodifusión a las diferencias de su gobierno con MVS por la banda 2.5 GHz para internet de banda ancha.
El resumen de lo ocurrido incluye la reproducción de la carta que Joaquín Vargas Guajardo le envió en febrero de 2012 para asegurarle que podía contar con él en la materialización de los propósitos del gobierno. Se trata del único documento que se incorpora en el libro.
De la recostrucción del caso, destaca el señalamiento de que “la autorización para Dish fue otorgada durante mi gobierno, siguiente precisamente la política de competencia que he mencionado, con lo que cae por tierra el argumento de que mi administración pretendía perjudicar a dicha empresa. Creo que ninguna empresa de televisión se vio más beneficiada por una decisión de la SCT que MVS con la concesión de Dish”.
Habla de que que la empresa recurrió a “argucias absurdas” y cuestiona el alegato “verdaderamente pueril” de que había motivaciones políticas para quitarles la concesión de la banda 2.5 GHz.
“En realidad quería que el Estado le diera, a un costo irrisorio, el uso de una banda que tiene un valor económico de varios miles de millones de dólares, propiedad de los mexicanos”, resume.
En cuanto a otras relaciones difíciles de Calderón, como son los casos de su trato con su antecesor Vicente Fox y con su competidor electoral Andrés Manuel López Obrador, no existe referencia alguna.
Sólo encontrados comentarios críticos a sus actuaciones. Cuando habla de su política exterior, retoma la revelación del exmandatario estadunidense George Bush de que Fox quedó de llamarle para evaluar si apoyaría la invasión en Irak, y una hora más tarde entró en el quirófano para ser operado de una lesión de espalda.
El asunto viene a colación cuando Calderón dice que le tocó reconstruir la relación del vecino país y con América Latina.
A Andrés Manuel López Obrador se refiere en el apartado de la Reforma Electoral que, subraya, resultó imprescindible ante la descalificación que el excandidato presidencial del PRD había hecho de las reglas existentes.
“El comportamiento antidemocrático de quien perdió, negándose a reconocer el resultado de las urnas, y llamando abiertamente al rompimiento del orden constitucional e institucional, generó una tensión política que no sólo fue un enorme lastre para el avance del país, sino que erosionó injustamente la credibilidad del sistema y de las instituciones electorales.”
Consejos de un expresidente
El libro se centra en exponer datos cualitativos y cuantitativos del saldo que las políticas públicas calderonistas dejaron. Destaca el caso del Seguro Popular y la construcción de mil 264 nuevos hospitales.
En la revisión de los programas sociales, sostiene que pobreza extrema pasó de afectar al 11.3% de los mexicanos a 9.8%. Y la pobreza en general disminuyó de 46 a 45. 4 entre 2010 y 2012.
Pero aclara que debido al incremento poblacional, la crisis económica impactó en el número de personas pobres: de 52. 7 millones a 53.2 en ese lapso.
En ese contexto, Calderón suelta de manera sutil un comparativo, algo que habría sido recurrente en su sexenio. Lo hace al señalar que la pobreza aumentó de manera concentrada en el área metropolitana de la Ciudad de México.
Y acota: “En ese periodo la pobreza creció en el Estado de México en 617 mil personas”.
Con la mirada en el presente y bajo el subtítulo de “Retos a futuro”, el expresidente acuña una agenda de pendientes, en su mayoría relacionados con asuntos que habrían sido materia de controversia en el actual sexenio en cuanto a la continuidad en el tratamiento de los mismos.
En el apartado económico alerta que la expansión del déficit público como medida contracíclica es “un arma de una sola bala”. Y explica que, como lo aprendió en sus clases de buceo, “más que considerar el aire para entrar, el cálculo más importante debe hacerse respecto al aire disponible para salir”.
Porque, advierte, no calcular una estrategia de salida ordenada puede significar la muerte cuando ese deporte se realiza en cavernas o cenotes.
Pero igualmente hace comentarios puntuales como el de la necesidad de retomar los estudios técnicos que su gobierno dejó a la administración actual para construir un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México. Lo califica como una prioridad. “De llevarse a cabo no sólo detonaría inversiones por miles de millones de dólares, sino que aumentaría la competitividad del país e impulsaría significativamente el turismo y los negocios.”
En el plano de la seguridad, sostiene: “Tengo muy claro que un gobernante difícilmente puede escoger los desafíos que enfrenta. Están ahí puestos por la historia y por las circunstancias. Quizá algunos piensen que el poder les da la opción de olvidarlos o eludirlos. Pero para quien asume la tarea de gobernar como un compromiso ético y moral, el poblema de la seguridad no puede minimizarse”.
Al reconstruir las medidas que se tomaron durante la emergencia sanitaria por la crisis de la influenza H1N1, en 2009, Calderón reivindica su estilo frontal de señalar los problemas y comparte uno más de sus consejos en calidad de exmandatario:
“La política informativa que asumimos ganó plena credibilidad de inmediato, lo que ayudó a que la población confiara en las medidas que se tomaron, y que cuando dijimos que el problema estaba bajo control, no hubo quien expresara alguna duda al respecto. Algunas naciones, ante problemáticas similares han optado por la opacidad, con funestas consecuencias no sólo para su credibilidad, sino para su capacidad de liderazgo en el mundo y ante sus propios habitantes. Tarde o temprano todo se sabe, incluyendo lo que el gobierno oculta, particularmente en la era de la información que vivimos.”
En el terreno diplomático, suelta una crítica revestida de consejo: “¿Es la solución correcta simplemente voltear la mirada cuando existe una evidente violación a la democracia, a la libertad y a los derechos humanos? Pienso que no (…) La política exterior responsable no puede residir en la pasividad frente a hechos inaceptables.”

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