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La encomienda presidencial para que el Ejército se encargue de la distribución de medicinas de la megafarmacia, creada por este gobierno, tiene grandes significados. Esta importante institución castrense se ha convertido en el comodín para resolver grandes problemas de tipo operativo que requieren respuesta inmediata, según la percepción del presidente.

Es evidente que la logística -o sea la capacidad de garantizar el abastecimiento de insumos-, desde hace siglos es un área fundamental para cualquier ejército alrededor del mundo. Garantizar el abasto de alimento, medicinas y servicios para los soldados y, además, de los insumos bélicos como armamento y municiones, haría imposible la operación de contingentes militares dentro de un conflicto bélico. La capacidad logística de nuestro Ejército está fuera de duda.

Sin embargo, en el contexto actual de México es inentendible que en un país que vive un grave problema de inseguridad -como lo es el nuestro-, las fuerzas armadas -que constitucionalmente ya tienen la encomienda de colaborar en el combate a la delincuencia organizada-, estén distraídas realizando actividades propias de la sociedad civil, compitiendo con el sector empresarial.

La capacidad funcional del Ejército y su eficiencia a partir de un gran sistema operativo -donde la disciplina es el motor de la eficacia- es de reconocerse. Sin embargo, todo este potencial de operación por vocación está orientado hacia las actividades castrenses, o sea, la resolución de conflictos bélicos para garantizar la seguridad nacional.

Si el Ejército hubiese concentrado toda su atención, esfuerzo y recursos bélicos y humanos en el combate a la delincuencia, seguramente ya hubiera resuelto el problema de la inseguridad, aportando su gran experiencia en el ámbito de la inteligencia militar, capacitando a las policías y apoyando y coordinando a la Guardia Nacional.

La pregunta que flota en el aire es: ¿Por qué esta institución no se ha concentrado al 100% en este objetivo prioritario en lugar de distraerse en otras encomiendas, que incluso invaden el ámbito civil?

Debemos reconocer que la disciplina militar impulsa a las fuerzas armadas a ponerse al servicio de su “comandante supremo” -esto es, del presidente de la República-, y éste define hacia dónde se dirigen sus esfuerzos.

Por tanto, que el Ejército hoy esté inmerso en las actividades empresariales -lo cual jamás había sucedido en México y quizá en ningún otro país- no es atribuible a esta institución tan prestigiada y reconocida por su disciplina y lealtad. Más bien responde a la visión y objetivos políticos de su coman dante supremo.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿cuál es la motivación presidencial para distraer al Ejército de su vocación natural?

CABALLO DE TROYA

El mensaje de la nueva ministra de la SCJN, Lenia Batres, al tomar posesión del cargo fue tan destructivo y carente de sensibilidad y buenos modales, que queda claro que no está valorando el honroso cargo recibido. Por su actitud parece un “caballo de Troya” enviado desde el Palacio Nacional para desestabilizar y debilitar al órgano icónico del Poder Judicial.

¿Trabajará para desahogar la agenda constitucionalista que le corresponde como ministra, o dedicará su tiempo a grillar en contra del Poder Judicial y participar en actividades de politiquería? ¿A usted qué le parece?

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