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El gas natural ha ganado importancia de manera progresiva a nivel global, debido a las ventajas que presenta con respecto a otros combustibles, pues es eficiente, seguro y limpio.

En México, el uso de este combustible se concentra en la producción de electricidad y, en menor proporción, en procesos en usos habitacionales, industriales y comerciales.

En la actualidad, se ha vuelto esencial para asegurar la seguridad energética nacional, por lo que el Gobierno Federal y algunos estados ya trabajan en el desarrollo de infraestructura que cubra las necesidades, presentes y futuras, de gas natural. 

En las últimas décadas, el consumo de gas natural en México ha cobrado relevancia, ya que se ha convertido en un componente muy importante en la mezcla energética del país.

Mientras que cerca de 45 por ciento de la capacidad instalada de generación de la CFE es a base de gas natural, además aproximadamente 55 por ciento de la generación eléctrica total en en el país proviene de plantas a base de este energético.

No se espera que esta tendencia cambie en los próximos años. Inclusive se estima que cerca de 40 por ciento de la nueva capacidad de generación requerida por la Comisión Federal de Electricidad para 2024 será con este combustible.

Un problema es que México carece de infraestructura competitiva de almacenamiento y transporte de gas natural. Ello coloca al país en una situación de vulnerabilidad ante posibles cambios en la oferta y demanda como las provocadas por fluctuaciones climáticas, desastres naturales o factores geopolíticos. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) consideró que para “garantizar la seguridad energética de México requiere de inversión en gas natural”. 

Actualmente, solo hay tres terminales de almacenamiento ubicadas en Altamira (Tamaulipas), Ensenada (Baja California) y Manzanillo (Colima), y su capacidad está limitada a sólo 2.4 días de inventarios.

Dicha cifra está muy por debajo de países como España, Alemania y Francia, que cuentan con 34, 89 y 98 días de inventarios, respectivamente.

De acuerdo con el IMCO, el gas natural es imprescindible para la seguridad energética de México, pues 45% de la capacidad instalada de generación eléctrica de la CFE es a base de este combustible.

A su vez, existe una asimetría importante en la capacidad de transmisión de gas natural.

Algunas regiones del país ya han experimentado la falta de energía eléctrica, en específico la Península de Yucatán. Un ejemplo es el estado de Quintana Roo que no tiene acceso a fuentes de gas natural y depende principalmente de la electricidad generada en Yucatán (más de 70 % de la capacidad). 

La llegada de gas natural a dicha zona permitiría incrementar la generación eléctrica de forma ininterrumpida a mejor costo y, al mismo tiempo, disminuir emisiones contaminantes. El contexto ya es conocido y entendido por autoridades federales y estatales.

En efecto, recientemente la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, anunció que se firmó un acuerdo con la CFE y la empresa TC Energy para el desarrollo de un gasoducto, con una inversión de cinco mil millones de dólares.

Esto con el objetivo de abastecer de gas natural a la región. En redes sociales la gobernadora planteó que con estas acciones Campeche será la puerta al progreso de la península.

En el futuro cercano la mayor parte del crecimiento de la demanda de gas natural

provendrá del sector eléctrico.  Ante dicho escenario debe ser considerado como un componente esencial en la estrategia energética sustentable y de largo plazo de cualquier economía.

JGR

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