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America

Los hispanos en EU, una decada decadente

By enero 1, 2010No Comments

Hace 10 años las cosas eran más fáciles para José García. A este mexicano de 48 años, que llegó a Estados Unidos en 1996 desde el estado de Guerrero, no le costaba cambiar de un empleo a otro y lograba ahorrar algo. “A cualquier rato me vuelvo”, dijo una tarde de diciembre mientras cortaba rosas en la entrada de un supermercado del alto Manhattan. “En México está mejor porque tenemos casa y lo que cultivamos lo vendemos. Aquí hay muchos gastos y estoy separado de mi esposa y tres hijos”. García fue uno de los millones de hispanos que, a los albores del siglo XXI, vio movilizaciones sin precedentes en defensa de los derechos de los inmigrantes. Presenció cómo los hispanos llegaron al Congreso y a la Corte Suprema, se convirtieron en la minoría más grande de Estados Unidos y alteraron el panorama laboral del país.

García, sin embargo, al igual que muchos otros, siente ahora que estos logros han quedado en polvo. El 2009 termina sin haberse logrado una reforma integral a las leyes de inmigración y bajo el aún fuerte martillazo de la crisis financiera global, que ha reducido el envío de remesas a Latinoamérica y sacudido el sector de la construcción estadounidense, una importante fuente de empleo para los hispanos. “Sentimos que estamos perdiendo fuerza en nuestra comunidad”, señaló Angelo Falcón, presidente del Instituto Nacional para la Política Latina. “Que aunque hemos progresado, deberíamos haber logrado mucho más”.

Se habla mucho del poder de voto hispano, del creciente mercado hispano y del aumento en el número de hispanos que han accedido al sector político en la última década, ¿pero se ha traducido todo esto en verdadero poder para la comunidad hispana considerando su tamaño?
“Siento que tenemos los recursos, pero que de alguna manera, no hemos encontrado la forma de usarlos para ayudar al hispano común”, indicó Falcón. La crisis económica se ensañó con fuerza con los inmigrantes de Estados Unidos: el nivel de desempleo para hispanos nacidos en el extranjero pasó de un 5,1% en el último trimestre de 2007 a un 8% en el último trimestre de 2008.

La esperanza inicial que generó la elección del presidente Barack Obama no se ha traducido aún en resultados tangibles: los crímenes racistas contra hispanos se sucedieron en el noreste del país durante el último año, y aumentaron la deserción escolar, las denuncias de abusos de inmigrantes en el sistema carcelario y las quejas por las nuevas medidas de seguridad en la frontera con México, incluido el envío de agentes federales. Aún así, los hispanos – casi 47 millones en Estados Unidos, es decir, un 15,4% de la población – representan una comunidad difícil de ignorar. A través de marchas bajo lemas como “hoy marchamos, mañana votamos” y un intenso debate político, los hispanos y otras comunidades inmigrantes llevaron el movimiento para reformar las leyes de inmigración a las más altas esferas de Washington.

El proyecto de ley – con el objetivo de legalizar a unos 12 millones de indocumentados – llegó al Senado en 2007 con el apoyo del entonces presidente George W. Bush, pero quedó estancado allí por falta de apoyo. Más tarde, la guerra en Afganistán y la crisis financiera global que azotó al país relegó el tema a un segundo plano. “Sin el voto latino, el presidente Obama no hubiera sido elegido”, dijo el congresista Luis Gutiérrez, un demócrata de Illinois que prepara una propuesta legislativa de reforma migratoria. “Trabajamos muy duro para elegir a un presidente que estuviera comprometido con la reforma. El compromiso fue de un año y ahora que ha llegado el momento esperamos que se cumpla esa promesa”.

Se espera que la propuesta – descrita por Gutiérrez como “un símbolo de esperanza y fuente de unidad para los inmigrantes” – reciba más de 80 patrocinadores. Podría quedar secundada por otra del senador Charles Schumer a principios del 2010. Las esperanzas son muchas, pero también el miedo a que se fracase de nuevo. “Nunca llega la reforma esta. Al revés, están sacando a más hispanos del país”, lamentó García, el mexicano del supermercado de Manhattan. “La última década fue una década de extremos”, indicó Chung Wha-Hong, directora ejecutiva de la Coalición de Inmigrantes de Nueva York.

“Pasamos por momentos de discriminación, crímenes racistas, comentarios como los de Lou Dobbs o el sentimiento antiinmigrante tras los ataques del 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, también experimentamos un impulso histórico de participación democrática sin precedentes. Ha sido una moneda de dos caras”. Aunque Wha-Hong describió los últimos 10 años como una época de “sueños aplazados”, destacó la importancia cada vez mayor del Bloque Legislativo Hispano, dirigido ahora por la congresista Nydia Velázquez y encargado de impulsar el debate de la reforma.

La representante de la cámara baja no dudó en expresar su optimismo respecto al futuro de los hispanos, de los cuales dijo “tienen más poder económico que en cualquier otro momento de la historia”. Velázquez nombró la designación de Sonia Sotomayor a la Corte Suprema y los éxitos musicales de Marc Anthony como ejemplos de los progresos de los hispanos. “Aunque nuestra comunidad continúa enfrentando desafíos, los hispanos se han asegurado un puesto en la mesa de negociaciones y desempeñan un papel clave en todos los debates importantes en nuestro país”, afirmó.

La campaña Reforma de Inmigración para Estados Unidos (Reform Immigration for America) -impulsada por docenas de organizaciones – pretende impulsar esos debates. A través de uno de sus programas, más de 100.000 personas han mandado un mensaje de texto al 69866 con la palabra “justicia” para unirse a una red de alertas al celular sobre la potencial reforma. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos los hispanos necesitan una dosis de realismo en el futuro, señalan algunos.

“Los estadounidenses están preocupados por el desempleo y la economía. Este no es el mejor momento para aprobar la reforma migratoria”, dijo César Perales, presidente de Justicia Latina-PRLDEF (Fondo Puertorriqueño para la Defensa Legal y la Educación). “La gente es deportada todos los días, necesitamos una reforma. ¿Estamos dispuestos a negociar?”, señaló. “Los hispanos han de entender que será una negociación difícil. Tienen que estar dispuestos a ceder algo”.

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