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El gigante estadounidense de videos en línea (streaming) Netflix quiere patear otra vez el tablero de la industria televisiva con su nuevo programa original, el oscuro drama familiar “Bloodline”, que ya acumula elogios aún antes de su estreno este viernes.
Tras el estrepitoso fracaso de “Marco Polo”, lanzada en diciembre, esta serie es un nuevo intento de Netflix por reencontrarse con el éxito de sus dos primeras producciones, adoradas por el público y la crítica: “House of Cards” y “Orange Is The New Black”.
Protagonizados por Sam Shepard y Sissy Spacek, los 13 episodios de la primera temporada estarán todos disponibles desde el viernes, como es usual en Netflix, y ya han recibido buenas críticas.
“Bloodline” (linaje) es “hipnotizante, con actores magníficos” estimó la revista especializada Hollywood Reporter; mientras Variety habló de un drama “muy bueno, con un gran elenco de actores”.
La intriga familiar se desarrolla en el paisaje idílico de los Cayos de Florida, una delgada franja de tierra que se eleva entre aguas turquesas del sur de la península de Florida (sureste de EEUU).
La serie pone en escena a una pareja, propietaria de un hotel, que debe lidiar con unos esqueletos hallados en un armario después del regreso de su hijo Danny, la oveja negra de la familia, en medio de una gran celebración por los 45 años de la propiedad.
“No somos malas personas, pero hemos hecho algunas cosas mal”, dice el anuncio publicitario.
El patriarca Robert Rayburn (Shepard) y su esposa Sally (Spacek) reciben a sus hijos John (Kyle Chandler), un detective que funciona como voz narrativa en el desarrollo de la serie; Meg (Linda Cardellini) y Kevin (Norbert Leo Butz), que viven en las cercanías del nicho paterno.
Sólo falta Danny (Ben Mendelsohn), quien abandonó la casa años atrás y cuyo “regreso enciende una mecha de combustión lenta en el clan que lleva a una violenta explosión”, según las notas de la producción.
Bloodline

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