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Ivonne Ornelas

La reciente muerte de su Majestad la Reina Isabel II ha marcado el fin de una era, en donde el símbolo de la monarquía británica seguía presente en los 56 países independientes que formaban parte de la Mancomunidad Británica de Naciones (mejor conocido como el Commonwealth en inglés). Recordemos que esta es una comunidad de Estados que previamente fueron colonias británicas pero que, a pesar de haber logrado su independencia, aún reconocían a la Reina Isabel II como su cabeza de Estado.  Sin embargo, su fallecimiento trae nuevamente a discusión sobre la necesidad de mantener y financiar monarquías en pleno siglo XXI. ¿Acaso será el fin de la presencia británica en Canadá?

Aún es muy temprano para dar respuesta, especialmente al considerar todo lo que involucraría. En primera instancia, Canadá, a diferencia de otros Estados americanos, es una democracia parlamentaria, en donde la o el jefe de Estado es el monarca en turno de Reino Unido. La transición hacia una república democrática o alguna otra forma de gobierno basada en un sistema parlamentario sería ardua y costosa labor, una que involucraría referéndums a nivel nacional para conocer la opinión de la ciudadanía, el apoyo unánime de las 10 provincias y, por supuesto, una fuerte campaña política de parte de las élites políticas a favor de tal cambio. 

Una encuesta realizada a principios de año por Instituto Angus Reid demuestra que esta sí es una posibilidad, siendo que, de las personas encuestadas, el 51% expreso estar a favor de la abolición del sistema monárquico. De igual manera, la baja popularidad de Carlos, con opiniones negativas de parte del 54% de las y los encuestados, podría jugar un rol importante en esta decisión. A pesar de todo el trabajo para reparar su imagen pública, no ha podido conseguir el mismo apoyó con el que contó Isabela. Veinticinco años tras la muerte de la Princesa Diana y el público aún no logra perdonarlo. Inclusive se podría inferir que el rechazo sea mayor debido a que la nueva reina consorte es la polémica Camila, siendo que fue ella la amante del príncipe durante su matrimonio con Diana, la popular “Princesa del pueblo”. 

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Asimismo, se ha visto un fuerte apoyo hacia el republicanismo en las redes sociales canadienses. Críticas que han retomado el pasado colonial impuesto por la corona al igual que sus recientes escándalos. De entre ellos destaca la entrevista publicada el año pasado entre el Príncipe Harry, Meghan Markle y Oprah Winfrey, en donde se exponen las actitudes racistas y discriminatorias de la familia real al preguntar cuál sería el tono de piel de su futuro bebe. Las acusaciones en contra del Príncipe Andrés tampoco han sido olvidadas, al contrario, aumentó la opinión negativa cuando se hizo público que fue nada más y nada menos que Isabela quién financió la defensa de su hijo. 

Por el momento, lo único que podemos hacer es observar y estar atentos a las redes sociales y las respuestas de los activistas canadienses. Pero, personalmente, dudo que en diez años Canadá podría lograr alejarse de este sistema plagado de violencia en contra de la población indígena local. 

JGR

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