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Las fuerzas iraquíes avanzaban este jueves en Ramadi para expulsar a los últimos yihadistas del Estado Islámico de esta ciudad a 100 km de Bagdad, pero lo hacen con prudencia por estar minada de artefactos y ante la posible presencia de civiles.
Los combates causaban estragos en los alrededores de la antigua sede del gobierno provincial en el centro de Ramadi, capital de la provincia de Al Anbar (oeste), poblada mayoritariamente por sunitas.
La toma por las fuerzas federales de este edificio sería una etapa importante de la reconquista progresiva de Ramadi, de la que los yihadistas se apoderaron en mayo. Supondría una victoria para el ejército iraquí, muy criticado por su humillante derrota frente al Estado Islámico (EI) en 2014.
“Las fuerzas iraquíes se encuentran en el barrio de Hoz (…) a unos 500 metros del complejo gubernamental”, declaró un coronel en la provincia de Al Anbar.
“Avanzan con mucha prudencia” en este barrio, añadió Sabah Karhut, que dirige el consejo provincial. Según él, los yihadistas colocaron bombas en la ciudad y es posible que haya civiles usados como escudos humanos.
“Hay una fuerte resistencia, los combates fueron violentos en las últimas 24 horas en la parte sur de Ramadi”, declaró el coronel Steve Warren, portavoz de la coalición internacional liderada por Washington, que cubre por aire a las fuerzas iraquíes.
“Establecieron una defensa fuerte con artefactos improvisados y colocando bombas en las casas para que estallen”, dijo, precisando que el EI había enviado a cientos de combatientes a la carretera principal por la que se va al complejo gubernamental.
Las fuerzas iraquíes estrechan el cerco al EI en Ramadi

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