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Para muchos priístas es un error llevar al exgobernador de Coahuila Miguel Riquelme en la boleta electoral para las elecciones que tendrán lugar el próximo 2 de junio. La mayoría de los candidatos que buscan una alcaldía en los 38 municipio de la entidad por el PRI, tienen que lidiar con los reclamos de las obras que no se hicieron. Las promesas que quedaron en eso, en promesas. Y sobre todo el lastre de un gobernador que se dedicó a inflar su figura en los medios y dejó municipios en todo el estado sin obra o inversión. 

Riquelme ahora busca el Senado. Tiene como compañera de fórmula a una mujer proveniente de la sociedad civil y con un perfil más favorable, María Barbara Cepeda. Sin embargo, ella tendrá que cargar con el peso de un compañero de fórmula que aún que se diga popular, también es señalado por una administración llena de señalamientos por corrupción y que dejó una nueva clase de políticos millonarios a costa de erario de los coahuilenses. 

Riquelme también ha llegado al poder gracias a las alianzas o los tribunales, como candidato ha perdido las últimas y más importantes elecciones en su carrera política. Cuando fue candidato a la alcaldía de Torreón, en 2014, perdió la elección frente al candidato del PAN, y llegó a la presidencia municipal gracias a los votos de los partidos pequeños que llevó en coalición. Como candidato a la gubernatura de Coahuila en 2017, empató con el candidato del PAN, pero llegó al poder luego de enfrentar varias demandas en los tribunales electorales. 

Como operador tiene fama de ser implacable. Efectivo y de lograr obtener resultados indiscutibles para su partido. Pero a decir de varios priístas, Riquelme ha sido buen operador cuando tiene el poder, es decir dinero, recursos y una infraestructura importante para enfrentar una elección. Con dinero cualquiera opera, dicen ahora los priístas con la libertad de no sentirse amenazados por un grupo que, por su cercanía con el exgobernador, lastimó también a muchos militantes y miembros del tricolor. 

Tanto los candidatos al Congreso de la Unión, como quienes buscar las alcaldía de los 38 municipios de Coahuila, coinciden, saben que nombres como los del excoordinador de comunicación Fernando “Guttys” Gutiérrez Simón, quien tiene inversiones millonarias en los principales medios de comunicación de Coahuila; el exsubsecretario de egresos Xavier Herrera Arroyo, dueño de decenas de propiedades en la entidad, hoteles en diferentes destinos turísticos y actualmente investigado por la UIF; el fiscal del estado Gerardo Márquez y sus hijos, los comandantes de la policía estatal que no pueden explicar el enorme incremento de su patrimonio, son cosas que le pesan a los candidatos del PRI en la campaña. 

Lo cierto es que el exgobernador también insertó en los municipios más grandes del estado a decenas de funcionario públicos que siguen operando para él más que para las administraciones en las que trabajan o para sus propios alcaldes. Algo que los propios priístas esperan se termine el próximo 2 de junio. Incluso la guerra que Riquelme sostiene con el otro exgobernador del estado Rubén Moreira, ha permeado en las bases del PRI y ha sido aprovechado principalmente por partidos como Morena. 

El próximo 2 de junio Coahuila definirá el rumbo político de un partido que carga con el desprestigio y que actualmente sólo gobierna dos estados del territorio nacional, Durango es el otro. Aunque lo que si está claro, es que si el PRI obtiene una victoria contundente, se caerá el mito de Miguel Riquelme y tanto el joven gobernador Manolo Jiménez, sobre quien Riquelme presume influir, al igual que los alcaldes del estado tendrán la oportunidad de escribir una nueva historia en su partido.

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