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Cuando falta apenas una semana para la primera elección interna de cara a las elecciones presidenciales estadounidenses, el Partido Republicano se encuentra en una guerra virtual abierta entre los favoritos, el polémico millonario Donald Trump y el senador ultraconservador Ted Cruz.
Los dos dominan los sondeos antes de las primarias de Iowa, pero ninguno de ellos, a pesar del favoritismo en la interna, es capaz de entusiasmar a la conducción del partido ni a los líderes tradicionales del campo conservador.
Trump, un multimillonario sin pelos en la lengua ni experiencia política, genera abiertos rechazos a la conducción republicana, pero el ultraconservadurismo de Cruz, ligado al ala derechista del Tea Party, tampoco convence.
El precandidato republicano a la presidencia de EEUU Donald Trump habla en una mítin en la Universidad Liberty en Lynchburg, Virginia, el 18 de enero de 2016
“Tengo los más leales seguidores. Puedo pararme en el medio de la Quinta Avenida (de Nueva York) y disparar a alguien, que no perderé votos”, dijo Trump, desatando una vez más una avalancha de críticas en las redes sociales, que parecen no hacer mella en su reputación.
Mientras tanto, Cruz también atrajo la ira (y las carcajadas) de electores y observadores al criticar a Trump alegando que el magnate representaba los “valores de Nueva York”, comentario que no por confuso dejó de desatar la furia de los neoyorquinos.
Uno de los últimos sondeos, conducido por la red CNN entre electores republicanos, mostró a Trump con el 37% de los apoyos y a Cruz con el 26%. El senador Marco Rubio aparece en un lejano tercer lugar, con el 14%.
En esta campaña, Trump y Cruz evitaron atacarse mutuamente, aunque en el último debate televisado el almacenamiento de artillería se tornó claro y los dos republicanos se dedicaron a destruirse mutuamente.
Ahora, a una semana de las primarias en Iowa, Trump ya no tiene reparos en referirse a Cruz como un “tipo desagradable” y un hipócrita, por haber criticado los “valores de Nueva York” pero haber aceptado de buen grado el dinero de los donantes neoyorquinos.
La aspereza de la disputa se justifica porque ambos van en busca de los mismos electores, los situados más a la derecha del espectro político y que constituyen el botín de esta fase de las primarias.
En ese constante pugilato verbal, valen todos los argumentos. Cruz fue un programa de radio del periodista conservador Glenn Beck, quien le anunció su apoyo formal a su candidatura. La respuesta de Trump fue en el nivel que se tornó su marca registrada: “Glenn es un pobre infeliz. No quise ir a su programa por eso, esa hostilidad”, minimizó.
Cruz no deja escapar la oportunidad de presentar a Trump como un empresario sin escrúpulos que apoya quitarle a la gente sus propiedades para que sus casinos puedan progresar, pero sobre todo lo acusa de ser sólo un oportunista sin ningún compromiso con el ideario conservador.
La enérgica defensa de esas ideas conservadoras ayudan a Cruz a obtener apoyos entre los electores evangélicos, un sector que en las elecciones de 2012 constituyó aproximadamente el 60% del electorado republicano.
Con su firme conservadurismo en temas sociales -como la oposición al aborto, las bodas entre personas del mismo sexo y el papel de la religión en la sociedad- esos electores permitieron que Mike Huckabee ganara las primarias republicanas de Iowa en 2008 y Rick Santorum en 2012.
Entre tanto, los líderes del Partido Republicano se muestran incapaces de contener el crecimiento de candidatos que no representan la conducción partidaria, sin que el resto del partido pueda hacer nada.
Candidatos dentro de los cánones tradicionales republicanos, como Jeb Bush (hijo y hermano de presidentes), vieron rápidamente sus aspiraciones derretirse ante la falta de interés.
Esta semana, una venerable revista conservadora estadounidense, National Review, lanzó un número especial, ‘Contra Trump’, que llama a los republicanos a rechazar la candidatura del multimillonario. “Trump es filosóficamente un oportunista político fuera de control, que arrojará al basurero los consensos ideológicos conservadores dentro del partido en favor de un populismo irresponsable con la marca de un hombre fuerte”, expresó la revista en un editorial demoledor.
De acuerdo con la publicación, “hay razones comprensibles por su crecimiento, pero no merece el apoyo conservador en los caucus y las primarias”.
Trump y Cruz, el choque de trenes en las internas republicanas

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