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Avisos

Una historia verdadera de fantasmas por El Enigma

By noviembre 10, 2009No Comments

Esto paso cuando tenía 4 años, lo recuerdo ya que mi familia cada que ocurre algo extraño lo descartan ya que todos somos muy escépticos, pero eso simplemente, no podemos olvidarlo.

Cuando nos mudamos a un edificio recién construido en 1974 en céntrica zona de la ciudad de México, yo llegue de brazos y fuimos la segunda familia en estar ahí, conforme paso el tiempo fuimos socializando con los vecinos ya que éramos todos, muy buenos vecinos.

Pero un día, un niño apareció, un niño agradable y que le pidió a mi madre si me dejaba jugar con él.

En el edificio, no había mas niños, por lo cual mi madre accedió a que este niño de nombre salvador, fuera a casa y jugara conmigo, un poco de socialización sería muy bueno para mí.

El suelo, cabe destacar era piso tipo mármol jaspeado, clásico de construcciones de dicha época, lo que jugábamos eran canicas, las canicas en dicho suelo, rebotaban y se escuchaba perfectamente como botaban.

Salvador, se retiro al poco rato, pero prometió regresar al día siguiente y así fue, durante 4 días jugamos en las tardes muy alegremente al menos un rato cuando le pregunto a mi madre quien ya lo trataba como si fuera vecino de mucho tiempo, si dejaba que Yo le acompañase a su casa, a lo que mi madre le dijo que no, ya que mi padre que era sobre protector, no le gustaría, además de que cayó en cuenta mi madre, que no sabía donde vivía Chavita (como le comenzamos a decir ya que en México a los salvador, les dicen chava de cariño), a lo que el niño señalando hacia los edificios de junto (que también eran muy nuevos pero no tanto como en el que vivíamos), pero jamás dijo depto. o numero de edificio, terminantemente, decidió no aceptar.

No hubo un día mas, â??Chavitaâ? no fue a jugar conmigo mas, realmente le extrañaba ya que era mi compañero de juegos, mi hermano estaba tan chico que no podía jugar aun conmigo, me la pasaba viendo por la ventana viendo por si aparecía pero no fue así.

Al poco tiempo, mi hermano enfermo, en el edificio el único departamento que tenia teléfono era el de la portera, ya que en aquel entonces la telefónica era del gobierno y era muy malo el servicio, líneas nuevas, simplemente eran raras.

Fui a hablar con la portera pisos abajo quien cobraba una moneda por la llamada, me comunico con mi padre quien llego de la oficina y llevo a mi madre con mi hermano al hospital atendiéndolo sin mayor complicación.

Al regresar del hospital ya mi hermano, un par de días después y yo habiendo pasado unas vacaciones en casa de unos tíos, mi madre se dio cuenta de que teníamos una deuda con la portera, no pagamos la moneda por la llamada ya que cuando hay premura por la salud de un hijo, ¿a quién le preocupa una moneda?, así que bajamos todos a pagar la llamada y platicar unos instantes con la portera.

Mientras ella con mi madre charlaban y mi hermano estaba en carriola, yo vi en una mesita muchísimas fotos, tantas, que me impresiono, pero me encontré con que Salvador (Chavita) estaba con un señor y la portera en una de esas imágenes.

Le dije inmediatamente a mi madre, que ahí estaba mi amiguito, lo que provoco que mi madre, le preguntara a la portera del dominio del niño, ya que venía y jugaba conmigo y quería que siguiera visitándome a lo cual la portera le respondió â??señora, eso es imposible, ese niño efectivamente se llamó Salvador, esta en la foto con su papa y conmigo, su papa es el arquitecto que construyo estos edificios, pero falleció. Falleció un día ya casi al final de la obra cuando padre y niño subieron a la azotea y ahí, mientras el arquitecto daba las últimas instrucciones de obra, el niño quien estaba jugando canicas, perdió una haciéndosele fácil el estirarse y cayendo por el cubo del estacionamiento. De hecho, murió ahí, en el lugar de estacionamiento donde su esposo (mi padre) guarda su autoâ?

La cara y el miedo se apodero de mi madre, se llevaron a cabo servicios religiosos en el edificio, jamás volví a jugar con â??Chavitaâ? pero eso sí, algunas noches aun cuando ahí vivíamos, se escuchaba como si en el piso de arriba, alguien jugara canicas, escuchándolas rebotar en el piso.

Nadie me lo cuenta, yo lo viví y el edificio sigue aun en pie en la ciudad de México, no vivimos ahí desde 1989 y nadie de mi familia, logra encontrar una explicación a ello.

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