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El Senado francés (Cámara Alta) inicia este lunes el examen de una proposición de ley que apunta a reforzar la lucha contra la prostitución, lo que da lugar a una discusión sobre si se debe prevalecer la sanción de las prostitutas o de los clientes.
Varios cientos de traajadoras en el rubro de la prostitución, en su mayoría chinas y transexuales sudamericanas, se manifestaron el sábado en París para oponerse a ambas alternativas y a toda penalización de la prostitución.
El texto inicial, adoptado en la Cámara Baja, preveía la derogación del delito de “captación” instaurado en 2003 y la instauración, en contrapartida, de la penalización de los clientes. Sin embargo, una comisión del Senado enmendó el texto, reintegrando el primero y anulando la segunda. La proposición preveía inicialmente sancionar con 1.500 euros de multa la compra de actos sexuales.
Esa medida tiene el apoyo de las organizaciones que militan por la abolición de la prostitución, pero es criticada por las asociaciones de prostitutas y por ONG que las ayudan, como Médicos del Mundo (MDM) y Act-up. Estas temen que las prostitutas sean empujadas a la clandestinidad y sean menos protegidas.
Los defensores del texto inicial, inspirado en el ejemplo de Suecia, que penaliza a los clientes de prostitutas desde 1999, consideran que es necesario invertir las responsabilidades y considerar a las prostitutas como víctimas y no como delincuentes.
Desde 2003, la legislación francesa sanciona “el hecho por cualquier medio, incluyendo una actitud pasiva, de proceder públicamente a la captación de otro con vistas a incitarlo a relaciones sexuales a cambio de remuneración”. El delito es punible con dos meses de prisión y 3.750 euros de multa.
Las asociaciones estiman que esa medida, destinada a combatir las redes de proxenetismo, tuvo como resultado sobre todo estigmatizar y dejar en situación precaria a las prostitutas, víctimas a menudo de “acoso” o de detenciones “abusivas”.
La proposición de ley debatida prevé, asimismo, el refuerzo de la lucha contra el proxenetismo, una ayuda a las víctimas y una política de prevención destinada a los jóvenes, entre otras medidas.
En Francia, la prostitución es legal y se estima en unas 30.000 el número de prostitutas, la mayoría de ellas extranjeras.
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